Aumenta los niveles de colesterol “bueno” y disminuye los de “malo”.
Ayuda a la dilatación de los vasos sanguíneos, evitando la formación de coágulos de sangre.
Favorece el control de la tensión.
Su uso regular disminuye directamente los riesgos de infarto.
Su consumo reduce el nivel de glucosa en la sangre, ayudando a las personas diabéticas a disminuir sus necesidades de insulina.
Ayuda en la digestión de los alimentos, evitando la acidez y el estreñimiento. Previene la formación de úlcera gracias a una capa que forma en el estómago.
Mejora el vaciamiento de la vesícula biliar, previniendo la formación de cálculos biliares.
Evita la desmineralización de los huesos y colabora en su crecimiento mejorando la absorción del calcio, fósforo, magnesio y zinc de los alimentos a los que acompaña.
Es rico en vitaminas A, D, K y especialmente, E encargada de retrasar el envejecimiento del organismo… para que no te oxides.